LA OFRENDA DE LAS FLORES
EN LAS FIESTAS DE SAN JOSÉ EN VALENCIA
Viendo la ofrenda de las flores en estas fiestas Josefinas de 2019, (por la TV) he podido ver y apreciar como cada año,con todo detalle, la FE que reflejan todos y todas la falleros/as que pasan desfilando por delante de la Virgen. Estoy seguro que muchas de estas personas no practicarán la religión con asiduidad, pero la FE y la devoción se refleja en los ojos de todos. Se refleja en los ojos y en su semblante y en toda su persona, es como una especie de aura, y es qué, la Virgen como buena madre quiere a todos por igual, practiquen o no, porque todos los corazones de todos los valencianos están unidos siempre al de la “SEUA MARETA, molt volguda y boniqueta”, aunque a veces parece que pasamos de la iglesia, pero de la Virgen, estoy seguro, que no pasa ningún valenciano.
Observo a estos falleros y falleras que se han acicalado con sus preciosas vestimentas para la ocasión. Observo que son vestimentas de pura tradición y gran belleza, riquísimas en colorido de sedas y estampados espectaculares, encajes preciosos que son mantillas que cubriendo la cabeza de la mujer se descuelgan por encima de los hombros hasta la altura de los tobillos y se adecuan en tamaño y color según la mujer sea soltera, casada o viuda; todo en estos detalles tiene un porqué.
Igualmente los hombres tienen una variadísima gama de vestimentas para según la ocasión y el estado de cada uno. Y también con una gran variedad de modelos y coloridos preciosos.
Este acto de la ofrenda es algo espectacular,quizás irrepetible en el mundo. Es un espectáculo religioso de suma belleza y colorido que quizás solamente se pueda ver, como devoción a la Virgen, aquí en Valencia.
Esta ofrenda se realiza la ante-vispera y la víspera de San José (dos días seguidos) de cuatro de la tarde hasta la madrugada cada uno de los días. Los aproximados 110.000 (este año) falleros/as, 7000 músicos de las innumerables bandas contratadas de todos los pueblos, desfilan ambos días ininterrumpidamente acompañando a cada falla. Una explosión de música, color, flores y mucha pólvora; a los valencianos les gusta su olor, el olor de la pólvora les enardece, y les gusta sentir temblar el suelo bajo sus pies. Somos los valencianos gente singular en este sentido, amamos la pólvora como sano disfrute.
Se me ocurre pensar que si fueran vestidos con sus vestimentas actuales, normales de calle, esto quizás no sería lo mismo, o sea, hay una buena relación entre fe y tradición, sin lugar a dudas.
En los objetos y aderezos y joyas que lucen no faltan los objetos religiosos: crucifijos, rosarios, medallas, mantillas, etc., y que cuando llegan a la plaza de la Virgen, al encontrarse de frente con ella; después de la larga caminata y horas de espera por motivos de la organización de tantos miles de personas, muchos de ellos cargados con sus hijos e hijas pequeños que llevan en brazos o de la manita porque apenas caminan, personas enfermas, lisiadas con sus sillas de ruedas…. Todos… cuando llegan a la plaza y se encuentran de frente con ella, con la Virgen, majestuosa vestida de flores, ocurre lo lógico: es el gran encuentro con la madre, la virgen amantísima les recibe y les regala con ese DON PRECIOSO que es el DON DE LÁGRIMAS: todos lloran, unos físicamente y otros en sus corazones, y la Madre les acoge con su dulzura y amor y ese don de lágrimas que es, una gran y gustosa sensación del espíritu, que disfrutan estas personas….. y repiten como susurrando entre lágrimas “MARETA, MARETA, ampàramos”… ES UNA ORACIÓN PRECIOSA PARA LA MADRE...
Daniel Martí Mocholí