viernes, 22 de marzo de 2019


LA OFRENDA DE LAS FLORES

EN LAS FIESTAS DE SAN JOSÉ EN VALENCIA


Viendo la ofrenda de las flores en estas fiestas Josefinas de 2019, (por la TV) he podido ver y apreciar como cada año,con todo detalle, la FE que reflejan todos y todas la falleros/as que pasan desfilando por delante de la Virgen. Estoy seguro que muchas de estas personas no practicarán la religión con asiduidad, pero la FE y la devoción se refleja en los ojos de todos. Se refleja en los ojos y en su semblante y en toda su persona, es como una especie de aura, y es qué, la Virgen como buena madre quiere a todos por igual, practiquen o no, porque todos los corazones de todos los valencianos están unidos siempre al de la “SEUA MARETA, molt volguda y boniqueta”, aunque a veces parece que pasamos de la iglesia, pero de la Virgen, estoy seguro, que no pasa ningún valenciano.

Observo a estos falleros y falleras que se han acicalado con sus preciosas vestimentas para la ocasión. Observo que son vestimentas de pura tradición y gran belleza, riquísimas en colorido de sedas y estampados espectaculares, encajes preciosos que son mantillas que cubriendo la cabeza de la mujer se descuelgan por encima de los hombros hasta la altura de los tobillos y se adecuan en tamaño y color según la mujer sea soltera, casada o viuda; todo en estos detalles tiene un porqué.

Igualmente los hombres tienen una variadísima gama de vestimentas para según la ocasión y el estado de cada uno. Y también con una gran variedad de modelos y coloridos preciosos.

Este acto de la ofrenda es algo espectacular,quizás irrepetible en el mundo. Es un espectáculo religioso de suma belleza y colorido que quizás solamente se pueda ver, como devoción a la Virgen, aquí en Valencia.

Esta ofrenda se realiza la ante-vispera y la víspera de San José (dos días seguidos) de cuatro de la tarde hasta la madrugada cada uno de los días. Los aproximados 110.000 (este año) falleros/as, 7000 músicos de las innumerables bandas contratadas de todos los pueblos, desfilan ambos días ininterrumpidamente acompañando a cada falla. Una explosión de música, color, flores y mucha pólvora; a los valencianos les gusta su olor, el olor de la pólvora les enardece, y les gusta sentir temblar el suelo bajo sus pies. Somos los valencianos gente singular en este sentido, amamos la pólvora como sano disfrute.

Se me ocurre pensar que si fueran vestidos con sus vestimentas actuales, normales de calle, esto quizás no sería lo mismo, o sea, hay una buena relación entre fe y tradición, sin lugar a dudas.

En los objetos y aderezos y joyas que lucen no faltan los objetos religiosos: crucifijos, rosarios, medallas, mantillas, etc., y que cuando llegan a la plaza de la Virgen, al encontrarse de frente con ella; después de la larga caminata y horas de espera por motivos de la organización de tantos miles de personas, muchos de ellos cargados con sus hijos e hijas pequeños que llevan en brazos o de la manita porque apenas caminan, personas enfermas, lisiadas con sus sillas de ruedas…. Todos… cuando llegan a la plaza y se encuentran de frente con ella, con la Virgen, majestuosa vestida de flores, ocurre lo lógico: es el gran encuentro con la madre, la virgen amantísima les recibe y les regala con ese DON PRECIOSO que es el DON DE LÁGRIMAS: todos lloran, unos físicamente y otros en sus corazones, y la Madre les acoge con su dulzura y amor y ese don de lágrimas que es, una gran y gustosa sensación del espíritu, que disfrutan estas personas….. y repiten como susurrando entre lágrimas “MARETA, MARETA, ampàramos”ES UNA ORACIÓN PRECIOSA PARA LA MADRE...


Daniel Martí Mocholí

domingo, 3 de marzo de 2019


VIDA EREMITICA DIOCESANA


(Visión particular de un Ermitaño Diocesano)


    Estimados amigos, los que queriendo o quizás por casualidad os habéis tropezado con este blog. ¿Os imagináis qué es un Ermitaño Diocesano, ahora, en nuestro tiempo actual, con la que está cayendo?... Igual no y, si tenéis alguna noticia, posiblemente no sea muy exacta.


    Un servidor, soy (inmerecidamente) uno de ellos, un Ermitaño Diocesano.


    Me he sentido impulsado a escribir sobre este tema movido por el gran desconocimiento que observo existe sobre esta realidad, de la que parece nadie sabe o muy pocos quieren saber nada. Porque aun la gente de Iglesia o gente muy formada y culta en temas religiosos suele desconocer o ignorar qué es o en qué consiste esta forma de consagración tan primitiva.


    Os escribo (no lo puedo hacer de otra manera) poniendo como base la sencillez y la sinceridad, de modo que resulte comprensible y creíble para todas las personas, aun las menos iniciadas en estos temas y también porque un servidor no sabe escribir de otra forma.





EL EREMITISMO DIOCESANO EN LA IGLESIA ACTUAL


    Os quisiera hacer esta presentación del tema, como os decía, desde la sencillez, pero también desde la condición de SER HUMANO. Quiero decir: con los pies puestos sobre el suelo, aunque de hecho los eremitas caminemos o intentemos caminar por las sendas del espíritu.


    Lo que sí es cierto es que los ermitaños (al menos los que conozco) no solemos estar "nada encumbrados", no estamos en las nubes. Caminamos por esta vida pisando la tierra bien fuerte, conscientes de nuestra condición humana, de la que no queremos ni podemos prescindir.


    Tampoco queremos estar al margen de la sociedad en la que nos ha tocado en suerte vivir, con su realidad tanto positiva como negativa. Somos conscientes de esta realidad y también de nuestra labor espiritual ante el materialismo que amenaza constantemente con absorbernos a todos hacia un consumismo y un bienestar exacerbado, hedonista y, peor aún, hacia el pasotismo frente a las desigualdades sociales o económicas de las personas que nos rodean.


    Desde esta visión de la realidad tan palpable y con deseos de ayudar espiritualmente al mundo, hay personas que se deciden a entregar sus vidas en servicio de los demás, intentando hacer ver a sus congéneres que la vida y la materia se acaban pronto, que TODO PASA (como decía Sta. Teresa) y que el espíritu no muere, y que, aún en este mundo, cultivar nuestra vida espiritual es, o puede ser, un modo eficaz para ser feliz.


    Un buen coche, las ropas con etiqueta de lujo, etc. pasan... Nosotros mismos, en unos años, nos acabamos, nos llenamos de arrugas... y al final nos hemos dado cuenta de que HEMOS VIVIDO EN LA SUPERFICIE, poniendo todo el interés en algo que se ha acabado.


    LA VIDA EREMITICA es una forma de consagración a Dios basada principalmente en la soledad, austeridad radical, trabajo y oración continuada por los demás. Con estos objetivos sólo necesitas lo más imprescindible, lo insustituible en esta vocación, DIOS y los DEMÁS, tu prójimo; sin amor al prójimo esta forma de vida no tendría ningún sentido.


    ¿Os imagináis a un monje en un monasterio o a un ermitaño en el desierto cuyo objetivo principal no fuera DIOS y el PRÓJIMO?...


    Pues desde esta realidad, que es VITAL, ESENCIAL, la persona se debe proyectar hacia los demás. Los demás que, con DIOS, son el objetivo absoluto de toda vocación religiosa, activa o contemplativa. Fuere cual fuere nuestra vocación, debe ser vivida en obsequio de Jesucristo y POR y PARA los demás, nuestros semejantes. El ermitaño ES y se DEBE a su prójimo, con absoluta preferencia por los más desgraciados, los más necesitados.


    Con este objetivo, los ermitaños y las ermitañas hemos sido llamados, invitados por ÉL, el SEÑOR, a seguir una forma de vida DURA, porque no son fáciles estos caminos del desierto y de la soledad. Estos caminos no suelen converger con los caminos del mundo, que es donde vivimos y donde nos movemos. Un mundo que no te va a comprender.


    Sin duda el camino de los eremitas es áspero, pero... ¡qué no haremos! ¡qué no intentaremos hacer por el Señor y por los pobres indefensos de este mundo! ¡por nuestros enfermos, por nuestros marginados, desposeídos, solos! ¡qué no intentaremos hacer por ellos! ¡qué no haremos para que todo nuestro vivir sea una continuada plegaria y alabanza a Dios! El Señor nos llamó un día y aquí estamos. Decir SÍ al Señor es el mayor regalo que puede recibir un ser humano.


    ¡Ay! ¡qué pobres y torpes seríamos los ermitaños si todo nuestro esfuerzo y sacrificio no tuviera otro fin que nuestro propio EGO, nuestro INDIVIDUALISMO, nuestro amor propio, nuestro orgullo, o peor, nuestro narcisismo patológico! Señor, líbranos de este pecado, líbrame a mí como ermitaño, pero también al resto de los monjes y religiosos y cristianos fieles de la iglesia, a todos tus seguidores líbranos del egocentrismo, del exclusivismo, de la intolerancia... que tanto nos separan de tu PALABRA, de tu MENSAJE de IGUALDAD, de JUSTICIA y de AMOR.


    El amor no puede ser nunca egoísta, ni exclusivista (si es auténtico), ni mucho menos individualista. El amor y el individualismo son totalmente antagónicos. ¿De quién se puede enamorar un individualista?... pues sólo de sí mismo, y no es el caso de los consagrados a Dios, cuyo amor se desborda para abarcar a toda la creación.





APARICIÓN DE LA PRIMERA FORMA DE CONSAGRACIÓN A DIOS

VIDA EREMÍTICA


(Ermitaños y Ermitañas)


SIGLOS III y IV DE NUESTRA ERA


    En las zonas desérticas de Siria, Palestina, Egipto, en estas épocas se está llevando a cabo un movimiento religioso-cristiano basado en una radical forma de vida: alejamiento de las zonas más pobladas hacia las zonas más escondidas de los desiertos. Se busca la austeridad extrema de vida, el silencio y la oración. Son hombres y mujeres de distinta condición social.


    ¡¡Qué pretendían estas personas!! Pues ellos seguramente no pretendían nada, al menos algo que fuera importante; querían, sin lugar a dudas, desaparecer de aquella cruel sociedad romana para encontrarse con el espíritu del AMOR de Jesús el Cristo, que había muerto cruelmente clavado en una cruz y que les había cuestionado los corazones hasta tal punto que se sentían impulsados hacia el desierto. Sin duda, querían imitarle en el sufrimiento, imitarle también en los tiempos en que Jesús también se retiraba al desierto para encontrarse con el Espíritu del Padre Dios.


    Pero… ¡paradojas de la vida! Dios, sin duda... tenía otras pretensiones sobre estas personas porque serían, iban a ser, LAS RAÍCES de un árbol frondoso: la vida religiosa, que a partir de aquí se iría desarrollando con ellos en los siglos venideros.






EVOLUCIÓN DE ESTA FORMA DE VIDA


    En el primer escalafón en la evolución de estos primeros ermitaños de los Desiertos están las agrupaciones llamadas LAURAS. (En idioma griego, la palabra LAURA significa camino estrecho, barranco, angosto...).


    ¿Qué fueron las Lauras? Las lauras fueron agrupaciones de ermitaños.


    La soledad absoluta ofrece dificultades a veces insalvables: enfermedad, ancianidad, acoso de bandoleros y malhechores etc. Ante estas dificultades o problemas surgió la necesidad del agrupamiento para tratar así de paliar el gran desamparo que, a pesar de su buena voluntad o disposición, podía sufrir un ermitaño en su soledad en esa inmensidad del desierto.


    Así, de la soledad absoluta, se pasa, se fue pasando, a compartir lugares, con chozas y refugios independientes.


    Porque la vida eremítica no ha comportado nunca imprescindiblemente la soledad absoluta del ermitaño, ya que muchos de estos primeros padres del desierto eran en ocasiones asistidos o acompañados por algunas personas o discípulos. No obstante esto, se empezaron a unificar, especialmente para hacerse más fuertes ante el acoso constante y peligroso de malhechores que les robaban y atemorizaban.


    Por unos u otros motivos, el caso es que, de la soledad absoluta y el aislamiento, se pasó a compartir lugares y espacios.


    Las ermitas se construían ya cerca unas de otras, separadas entre sí, de forma y manera que no vivían juntos, pero sí cerca.


    En el centro de estas agrupaciones se construía una Iglesia o capilla, que era el centro de reunión para los oficios litúrgicos de los domingos o festividades solemnes, para la recitación de los salmos esencialmente en el DOMINGO, día grande por excelencia dedicado a la alabanza y a la comida en común, y por supuesto a la recreación y la parleta, que era el hablar, el cambiar impresiones, etc.





DESPUÉS DE LAS LAURAS, APARECEN LOS CENOBIOS O MONASTERIOS: SIGLOS IV y V


    Con esta evolución y desde el tiempo de las LAURAS, apareció una nueva forma de vida mucho más comunitaria. Surgieron comunidades mucho más organizadas en edificios mucho más consolidados... apartados generalmente de los lugares habitados.


    Surge y se establece la figura del Abad o Prior, como superior y cabeza de la comunidad, y se establece también la observancia común de unas leyes o REGLA. También se empieza a vestir de forma uniforme (hábito), con las distinciones pertinentes entre distintas clases o categorías de monjes: Padres los sacerdotes, Hermanos legos los no sacerdotes y, en muchos casos, los Hermanos donados, que no solían hacer votos, pero vestían una especie de hábito y eran los últimos de la fila...


    En esta época, esta nueva forma de vida MONACAL se extendió con mucha celeridad por todo Oriente y Occidente, llegando a establecerse en Inglaterra, Irlanda, Francia, etc., donde estos monjes tuvieron una capital importancia por todo lo bueno y positivo que aportaron a la sociedad, en aquellos tiempos bastante paganizada y en muchos casos sumida en la barbarie.


    Tuvieron capital importancia en toda esta obra, en lo que se refiere a la extensión del monacato, ermitaños como San Antonio Abad, San Benito... entre otros.





APARECE UNA NUEVA FORMA DE VIDA: LOS FRAILES MENDICANTES


    Dentro de esta evolución, después de los monjes y monjas pertenecientes al monacato, aparecieron en la Iglesia unos consagrados a los que se les conoció como FRAILES. Esta variante o escisión de la vida monacal fueron y siguen siendo las importantísimas ORDENES RELIGIOSAS MENDICANTES. Procedían del monacato y algunas de ellas procedían directamente de los Ermitaños; por ejemplo, los Ermitaños de Santa María del Monte Carmelo, que vivían en el Monte Carmelo junto a la fuente de Elías. Actualmente convertidos en la Orden de Frailes Carmelitas. También en este sentido, están los Ermitaños de san Agustín, actualmente Frailes Agustinos, etc.


    Por tanto, estos no eran ya monjes, sino que fueron conocidos ya como FRAILES. Ya no vivían en monasterios, sino que sus casas se llamaron CONVENTOS. Estaban y están enclavados dentro de las ciudades y los pueblos, y se encargan de la atención directa de la gente a través de parroquias, casas de espiritualidad, etc. En definitiva, viven entre el pueblo y para atender al pueblo fiel en sus necesidades tanto espirituales como materiales.





OTRA VARIANTE: LOS RELIGIOSOS Y LAS RELIGIOSAS


    En los Siglos XIX y XX, ya en plena edad moderna, nos sorprende lo que parece una nueva primavera para la vida religiosa en la Iglesia, y es el espectacular florecimiento de muchas congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas, aunque más abundantes las femeninas; son congregaciones para la VIDA ACTIVA. Se vuelcan en la atención de los más necesitados y menesterosos.


    Los fundadores y fundadoras, inspirados por el Espíritu Santo, parece quieren cubrir todas las necesidades de los más necesitados: orfanatos, hospitales, psiquiátricos, colegios, escuelas, madres solteras, asilos para ancianos, etc.


 Estos consagrados son denominados simplemente RELIGIOSOS/AS.


    No pertenecen al monacato, no pertenecen a las ordenes mendicantes, sino que fueron fundados como congregación religiosa DE VOTOS SIMPLES (aunque el pueblo fiel les llame: frailes y monjas, lo más preciso sería: religiosos y religiosas).


    Ha sido muy eficaz la labor que han desarrollado estas congregaciones DE VIDA ACTIVA O DE APOSTOLADO entre la sociedad.





LOS INSTITUTOS SECULARES


    Mucho más recientes en el tiempo son los institutos seculares. Los hay masculinos y femeninos. Son personas Consagradas al servicio del apostolado directo entre y para el pueblo de Dios.


    Sus miembros no son considerados por la iglesia como RELIGIOSOS. Son LAICOS consagrados. Pueden vivir en comunidad, o bien, en sus propios domicilios con su familia. Mantienen sus trabajos habituales. La labor que realizan es en sus lugares de trabajo o allá donde se desenvuelvan de forma habitual.


     Más o menos a GRANDES RASGOS y de forma simple y superficial, para que todos lo podamos comprender, he intentado haceros un relato de la EVOLUCIÓN de la vida religiosa a partir de los primeros ERMITAÑOS/AS de los desiertos de Siria, Palestina, Egipto, hasta nuestros días en que, por desgracia, estas formas de vida parece que están en franca decadencia.


    Quizás la "modernidad" nos ha hecho olvidar lo esencial de la vida del Espíritu y la religión.


“Hoy no tenemos religión porque no tenemos amor.” (García Lorca)


    Así, hemos dado un repaso desde los principios en los SIGLOS II y III con:  



·         LOS ERMITAÑOS DEL DESIERTO


·         LAS LAURAS (Agrupaciones de ermitaños)


·         EL MONACATO (Monasterios)


·         LAS ORDENES RELIGIOSAS MENDICANTES (Frailes)


·         CONGREGACIONES RELIGIOSAS (Vida activa)


·         INSTITUTOS SECULARES (Laicos consagrados)


    TODOS siguen estando presentes en la Iglesia, aunque a veces nos pasa desapercibida su presencia porque, quizás lamentablemente, se han ido despojando de sus señas externas de identidad. Todos, incluso Monjes, Frailes, etc., incluso monjas y religiosas, han optado por pasar desapercibidos, privando así al pueblo fiel del mero testimonio de su presencia por las calles, que a mi humilde e insignificante modo de ver podría ser muy importante en nuestros días.


    Es cierto que el testimonio se debe dar, desde dentro, con el ejemplo, pero a veces no lo damos, y tampoco damos el testimonio de la simple presencia, de imagen, al que hoy la juventud da mucha importancia porque valoran la valentía de cada persona que tiene la personalidad de mostrarse ante los demás según sus convicciones, sin importarles lo que los demás puedan pensar ni si les gusta o no la forma de vestirse o de pintarse o el corte de pelo que pueda llevar. Los jóvenes de hoy visten con mucha libertad. Sin embargo, los religiosos no han sabido leer este mensaje por parte de los jóvenes, que es claro.


    Volvemos a retomar el tema de los ermitaños porque de esta evolución que hemos hablado, la vida eremítica quedó DESCOLGADA, podemos decir: sufrió un grave percance con la celebración del concilio de TRENTO, en el siglo XVI.





CONCILIO DE TRENTO (1545 – 1563)


    Este concilio trató el tema de los ermitaños y abrió caminos o posibilidades que daban pie a la supresión y disolución de la Vida Eremítica Diocesana, que en sus formas más o menos originales todavía estaba presente en la Iglesia como un Carisma más de la Vida Consagrada.


    También propició un nuevo estado más restrictivo imponiendo las dobles y espesas rejas y las clausuras papales para toda la vida religiosa femenina, suprimiendo también las congregaciones religiosas de votos simples.


    Lo cierto es que, a partir de este concilio, los ermitaños se vieron en la necesidad de incardinarse en las órdenes religiosas existentes o colgar sus hábitos y marcharse a sus casas. Algunos obispos no permitían su presencia en sus diócesis y hubo curas párrocos en los pueblos que les negaban habitualmente la confesión (existe documentación escrita). Al amparo de estas insinuaciones de Trento se les cerraron muchas puertas.


    Ante esto hubo de todo, los hubo que ingresaron en los monasterios y conventos y los hubo que siguieron como ermitaños en sus ermitas como siempre, pero al margen de la legalidad eclesial. La Iglesia no los reconocía ya como consagrados. Estos que se quedaron pasaron a la ilegalidad o marginalidad porque fueron ignorados, aunque de alguna forma en algunos obispados se les toleraba.


    Hay que decir siempre, en honor a la verdad, que bajo la capa del eremitismo siempre se han refugiado personajes peculiares: iluminados, vividores, gente que utilizaba la religión como negocio rentable, integristas, fanáticos, pedigüeños profesionales, etc.


    Pero, como es lógico, también había gente buena y con buenas intenciones, con afanes honestos de caminar con ansias de superación de sus propias miserias (que todos tenemos) y de hacer de sus vidas una entrega absoluta al Señor, y que han dado mucha gloria a Dios y a la Iglesia con santos importantes y populares que todavía se veneran hoy en muchos pueblos y ciudades de España.


    No obstante, el ermitaño siempre ha sido y es el gran desconocido en la iglesia.


    En algunas ocasiones, posiblemente hayamos oído hablar de esta forma de vida, pero quizás siempre con alguna reticencia porque eso de "ermitaño" nos suena a rareza sospechosa... como si la palabra ermitaño siempre fuera acompañada de un signo de interrogación (?)... y posiblemente puede resultar bastante lógico, ya que han sido siglos de repudio por parte de la Iglesia, y eso al final cala.


    De repudio y de infortunio, de penalidades, las que han tenido que sufrir las personas que, por VOLUNTAD DEL SEÑOR, recibían esta vocación.


    Porque, ciertamente, era una forma de vida ilegal, fuera del derecho Canónico, pero, sin duda y contradictoriamente, el Señor ha seguido llamando a las personas a seguir por este camino que quedaba difuminado e imperceptible ante los ojos de la Iglesia y de los hombres, porque, como he dicho, eran menospreciados e indignos de toda consideración.


    Para más desgracia, el Código de Derecho Canónico de 1917 les excluyó, les borró.





CONCILIO VATICANO II


    A pesar de estas realidades que hemos expuesto, y por voluntad de Dios, en este Concilio Vaticano II se trató y se defendió el RESURGIR o reconocimiento oficial nuevamente de este CARISMA importante de la Iglesia.

    Se eliminó la prohibición o desaparición del carisma en el Derecho y se volvió a instaurar la VIDA EREMÍTICA con el canon 603 del código con toda la legalidad de un Concilio.

    Así se pone claramente de manifiesto que las leyes de los hombres no mandan sobre el espíritu, y de nuevo se hizo la LUZ para este Carisma, sin duda como voluntad divina.

    ¿Demasiado tarde para unos tiempos en que la vida consagrada está en crisis profunda? Pues no lo sabemos. ¿Quiere el Señor que recomencemos desde los orígenes? Pues ¡quién sabe cuáles son los planes de Dios…! Lo que si es cierto es que los y las eremitas fuimos los orígenes, la génesis de la vida consagrada y aquí estamos 2000 años después; parece muy significativo.

    Personalmente me conformaría con qué, en esta crisis terrible que estamos viviendo, por cada monasterio que se queda vacío se pudiera quedar una "alma solitaria" como presencia eremítica, o un pequeño grupito audaz de personas con auténtica hambre de Dios; sería menos triste que ver un monasterio convertido en un restaurante de lujo, o en un hotel.

    No me valen hoy las comunidades numerosísimas mientras que otros monasterios se cierran por ser pocas vocaciones, no lo comprendo.

    El Concilio Vaticano II nos dice que la vida consagrada, en TODAS SUS FACETAS, es una de las tres grandes vocaciones eclesiales que configuran la vida cristiana. No pertenece a la estructura de la iglesia, pero sí a su santidad, y esto significa que está en el corazón mismo de la Iglesia, como elemento decisivo para su misión, ya que "indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana" y la llamada a la santidad.

    Los eremitas o ermitaños, pertenecemos a la vida consagrada de la Iglesia y siempre le damos gracias y sobre todo por su Concilio Vaticano II, porque de nuevo nos ha abierto sus brazos para acogernos a los ermitaños y ermitañas como hijos muy queridos, porque para una buena madre todos sus hijos e hijas son muy queridos.

    Esperemos que sea por muchos años y nosotros los eremitas diocesanos no le defraudemos nunca.

    Después del Concilio Vaticano II, la vida eremítica está como recomenzando. Las personas que hemos sido llamadas a caminar por estas sendas (legalmente) no lo tenemos nada fácil. Nos encontramos problemas en algunos obispados bien porque hay falta de sacerdotes, bien por desinterés u otras causas. El caso es qué no lo tenemos fácil. No ocurre esto en todos los obispados, pero sí en muchos de ellos. Los Vicarios Episcopales para la Vida Consagrada suelen tener que compaginar el cargo con otros cargos y lógicamente para estos asuntos casi "no tienen tiempo" y apenas cumplen con lo más indispensable, y aún gracias.

    Los ermitaños somos conscientes de esta realidad, pero el Concilio encomendó esta forma de vida a los obispos, y los obispos suelen estar muy recargados, es comprensible.

    Posiblemente debiera nombrarse un responsable o protector con autoridad suficiente desde la Conferencia Episcopal para todas las vocaciones eremíticas que pueda haber en España, sobre todo en la atención de las posibles vocaciones que pudieran surgir, que si surge alguna no hay quien las atienda. O al menos, si escribes una carta a algún superior que se digne contestarte, porque a veces ni siquiera "un acuse de recibo"... recibes.

    Hace falta un coordinador con este cargo. Sería muy importante.

  Somos conscientes por experiencia de esta realidad, por eso personalmente veo que es importante la   COMPAÑIA Y AYUDA de la Iglesia Diocesana, según nos dice el Derecho Canónico. No se puede, no podemos, ir solos por el Desierto de esta vocación sin la compañía y la ayuda de la Iglesia Jerárquica. Somos conscientes de esta realidad y por eso la manifiesto.

    Habitualmente los ermitaños vivimos solos, pero suele llegar el momento en que por vejez o enfermedad... u otros motivos, ya no se puede vivir solo, por eso la conveniencia de procurar la compañía o cercanía de otras personas, si las hubiera, con la misma vocación, una coordinación.





EL ERMITAÑO UNA FIGURA PRIMITIVA


    Sí, ciertamente es una forma de vida anclada en lo más profundo de la tradición, pero su mensaje, su misión, es esencial aún hoy: la plegaria, la austeridad de vida, la alabanza continuada a DIOS... SON LA BASE, LAS RAÍCES de las que nunca podrá prescindir este gran árbol que es la Iglesia. Tampoco se va a poder prescindir de las COSAS BUENAS DE LA TRADICIÓN del cristianismo.

    Por eso creo que fue un acierto del Concilio Vaticano II, en este regreso, este recordar los inicios espirituales de la Iglesia que son los santos Padres del Desierto y el eremitismo.

    La oración, el retiro a la soledad, el ayuno, la alabanza divina, la austeridad de vida...

    Si la iglesia se olvida de esto, seguro, espiritualmente, las cosas nos irán muy mal.

    La iglesia será todo menos IGLESIA DE DIOS, IGLESIA DE CRISTO. La Iglesia no puede prescindir de sus orígenes. El Señor oraba continuamente. San Juan Bautista oraba en los desiertos, son nuestros orígenes y no los podemos olvidar.

    La soledad del ermitaño, bien entendida, no la automarginación egoísta, si es querida y aceptada, esta soledad es, puede ser, una preciosa forma de vida, y más cuando se vive con naturalidad, en respuesta y obsequio de DIOS, en comunión con la Iglesia y para bien de los hermanos.

    El eremita, en su soledad, no vive su consagración solo, sin duda está unido espiritualmente a la IGLESIA (con mayúsculas), a la creación entera, el ser humano es su debilidad y por él a entregado por completo su existencia.

    No se puede vivir solo en una ermita mucho tiempo sino es por y para Dios.




Daniel Martí Mocholí


Ermitaño Diocesano (Valencia)

VIDA EREMÍTICA Y TRABAJO DE SUBSISTENCIA Todos sabemos que el trabajo es algo imprescindible para la mayoría de las perso...